Nunca quise entender
al Ser que no Es
ni ponerme en su piel,
ni seguir las huellas que dejan sus pies.
Nunca supe entender
al miserable que es
dueño, amo y señor,
durante siglos, de nuestro añejo sudor.
Nunca voy a entender
como el despreciable jamás aprendió
a querer, amar y crecer,
mas sí supo como someterse al Poder.
Nunca sabré entender
que con el sufrimiento ajeno
tú sacies tu sed,
con cadenas invisibles
que el esclavo no ve.
Maite Díaz Ortega