miércoles, 19 de noviembre de 2014

El ciprés de los pantanos

Se despertó desnuda en medio de aquel espeso bosque y estiró su encogido cuerpo con ahínco. Lentamente, anduvo sintiendo la húmeda tierra hasta detenerse en un claro dónde el sol la alcanzaba. Mientras sus brazos se elevaban, sus pies se enraizaban en el enfangado suelo, sus extremidades se endurecieron súbitamente. Le brotaron hojas aciculares de sus manos. Finalmente, se dejó mecer apaciblemente por el viento.


                                                                                                                          Maite Díaz Ortega



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