Hay días en que el mundo y mi cuerpo
se me quedan pequeños
y es entonces que me doy cuenta
de cómo me siento:
oprimida y ahogada,
maniatada y harta,
llena de mierda, saturada
y también muy cabreada.
Aunque mi gesto y mi cara
muestren un poema de rosas
a mi lo que me pasa
es que no digiero
ciertas cosas.
Y es que qué hace falta más
para bajarte de este mundo que va
sin rumbo, perdió el norte,
desvaneciéndose el horizonte
en el mismo momento ,
en que el ser humano
se sigue arrancando
sus ojos con sus propias manos,
a cambio
a cambio de bienes materiales
que a nuestro alrededor
causan grandes males.
Maite Díaz Ortega
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