Posas con suma delicadeza las yemas de tus dedos sobre mi alma,
disponiéndote a martillear las cuerdas de mi corazón.
entonas una fresca melodía mientras nos bebemos con calma
despojándonos de nuestro ajado caparazón.
Mientras mi voz se quiebra en tus entrañas,
la magia hace acto de presencia en toda la habitación,
resonando con fuerza más allá de las montañas,
nuestro amor, al fin, encuentra su afinación.
Maite Díaz Ortega
No hay comentarios:
Publicar un comentario